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En las redes sociales vivimos la ilusión de estar construyendo nuestra individualidad mientras nos masificamos.



La primera cuestión que aquí llama a la reflexión es la siguiente:

¿Por qué algo que se suponía opcional se convirtió casi en obligatorio, en parte inherente de la vida contemporánea? ¿Por qué son tan pocas las personas que deciden no usar estas redes, y son menos aún las que tratan de encontrar que puede serles útil y que no, para moldearlas a su manera a desprecio de las reglas impuestas por quienes se lucran de las mismas? (Reglas que en su mayoría son construidas para explotar económicamente la privacidad voluntariamente perdida por el usuario).

Las redes sociales en general, se han convertido en la sociedad actual en la principal carta de presentación de las personas ante muchas otras, y a veces ante instituciones privadas y públicas. Ello a pesar de que es obvio para todos, por la propia experiencia, que en las mismas solo se muestra una cara de la realidad personal: la que se quiere vender. Lo cierto es que de manera más o menos acrítica la gran mayoría absorbe estas fachadas ¿Por qué tantas y tantas personas simplemente se adhirieron a estas dinámicas sin elegir de motu propio  validarlas o no? Quizás, por ejemplo, podrían verse como un juego virtual, como una jocosa puesta en escena más que como una realidad concreta. Sin embargo muy pocos parecen haber elegido esta opción, el grueso de la población asume las redes sociales tal cual estas lo demandan. No hay necesidad de presionar de manera alguna, simplemente millones y millones de personas aceptan esta invitación sin ningún tipo de rasero crítico y actúan según lo que estas empresas, que se lucran de esa sumisión, demandan.

Utilizar las más simples estrategias conductistas, basadas en el aumento del número de seguidores; en  la cantidad de “me gustas” o “corazones”; o en la “viralización” de una publicación para generar una sensación de éxito, hacen que millones de personas se vuelquen a cumplir con los designios de estas redes, en ocasiones de manera compulsiva, lo que genera mareas emocionales bastante complejas que terminan por someter buena parte de la vida de la persona a esta carrera sin meta y sin fin.

"Sean Parker (...) Explicó que para conseguir que la gente permaneciera mucho tiempo en la red, había que generar descargas de dopamina, pequeños instantes de felicidad; y que éstas vendrían de la mano de los me gusta de los amigos. “Eso explota una vulnerabilidad de la psicología humana”, afirmó. “Los inventores de esto, tanto yo, como Mark [Zuckerberg], como Kevin Systrom [Instagram] y toda esa gente, lo sabíamos. A pesar de ello, lo hicimos”.1

Con la cita de  Sean Parker Queda claro que cualquiera de nosotros que haya buscado o busque un "me gusta", no importa la forma en que lo haga, es finalmente igual de manipulable a cualquier otro. y eso es lo realmente esencial. Si presentarse como una persona hermosa, buena madre o buen padre, amante de su familia, trabajadora, analista, intelectual, cosmopolita, artista, deportista, religiosa, espiritual, atea, contracultural, alternativa, y un interminable etcétera. han sido en buena medida medios para ese fin, es sano reconocer, que con ello no hemos construido individualidad alguna; por el contrario hemos denotado nuestra disposición a la masificación.
Quizás esa inercia que nos lleva a someternos a las reglas establecidas por estos escenarios, es la mayor muestra de cómo las dinámicas de culto a la “personalidad” pueden ser la carnada para generar una profunda masificación; para desatar un proceso inverso al que pretendemos construir. Terminamos por sacrificar nuestra individualidad bajo el espejismo de estar construyéndola. Mientras que suponemos liberarnos, en el sentido de expresar lo que creemos ser,  lo cierto es que dócilmente nos sometemos a unas dinámicas, que dejamos de considerar como una posibilidad y que asumimos como inherentes a la realidad.

1. Diario El PAIS “Rebelión contra las redes sociales” 17 febrero 2018
*No hacemos eco del artículo completo del País, porque es claro que a este y otros medios solo les interesa el "análisis" de las redes sociales para estigmatizarlas, esperando recuperar el monopolio de la “información”. Nuestro propósito no es estigmatizar cosa alguna, es el de permitirle al lector reflexionar acerca de cómo poner estas herramientas a su servicio, y no al contrario.

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